La prosa y el verso nos transportan a otros lugares, por momentos intangibles, en ocasiones utópicos.
Hoy son el medio para expresar mis sentires, mis anhelos y hasta mi imaginario.
El vaso está casi lleno pero ese "casi" las atormenta. Abren su corazón, lo cierran, Lo amurallan y lo asoman una vez más. Procuran, se dan, se brindan a cambio de nada. Más la nada, la incertidumbre alimenta. Un nunca acabar, un siempre intentar. Ir detrás de algo que parece nunca llegar. No sabemos bien de qué, Ya que es más bien una idea de lo que debería ser. Algo como lo que tiene la vecina pero más lindo, Parecido a lo que vivió una amiga pero más intenso, Similar a lo visto en una película pero real, Fantástico e inquebrantable como enseñó la mamá. Así pasan las horas, día tras día, Toda una vida en estado de alerta. Dios no quiera que se lo pierdan por distraídas. No vaya a ser que justo alguien más aprovechó la oportunidad. Y sin querer alimentan un cuasi dolor, Una seudo angustia, un no sé que tal Que no se ve pero se siente, y pesa Como si las bolsas del supermercado estuvieran apiladas Una encima de la otra sobre el pecho,...
Detrás de un teclado hay un corazón que no escuchamos aunque estemos con el vibrador. Una persona cansada que responde solamente “bien” a la profunda pregunta de “Cómo estas?” Un “te quiero” desde la cama de un extraño porque al destinatario no lo fue a ver. Unos chistes sin gracia, anónimos, reenviados sin ganas tan sólo al listar a unos diez. De perfil una sonrisa impostada en un evento extraordinario que la ordinaria vida no alcanza sostener. Cuantos “vení”, “mañana te veo”, “te extraño, ahí voy” “te necesito a mi lado ahora”... Que no se dicen, que se borran, que quedan pendientes para coordinar... Cuántas ganas escritas que nunca se llegan a concretar... Cuántos besos dibujados que nunca son entregados... La única red es la tensa línea de fibra óptica que nos consume luz y difumina acciones. Ahorra abrazos, evapora cafés, siente por fotos y conoce supuestas alegrías. Ocupa memoria de líneas y nos borra los versos, la verdadera poesía de salir a la vida y e...
Estábamos charlando con un cuasi amigo cuando por sus comentarios pude recordar cuando conocí a un chico que tenía una novia, en una relación en crisis, con fecha de caducidad... Y de paso recordé aquella historia, y pasé a contar. Apenas con más de veinte, tuvimos un “flash” y empezamos a salir, vivíamos en ciudades distintas. Cuando lo mandaban a trabajar a otro lado, me avisaba poco antes y yo viajaba más de mil kilómetros para verlo. Dejaba con eficaz esfuerzo logístico a mi trabajo y a mi pequeño hogar para compartir con él no más de dos días. Pagaba todos los gastos de mí bolsillo claro, corría hasta la terminal de ómnibus, reservaba un petit hotel. Viajaba algo de dieciséis horas horas de ida y dieciséis horas de regreso. A veces lo veía menos que eso. Lo acompañaba a reuniones, compras, filas, almuerzos improvisados, cenas de carrito, menos a la cancha, lo que tuviera que realizar. Hasta le compré camisas. Yo estaba enamorada aunque evidentemente no podía ponerlo en palabras...
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