Hondura
Photo: Nastia Vesna Fue como una profecía previamente anunciada. Cuando cumplió treinta años Todo, absolutamente todo le empezó a molestar. Las faltas de amor y respeto, De consideración por el prójimo, De atención, de palabra, de consensos. Como también los excesos De aprovechamiento y desventajas, Consumismo, hipocresía y artificialidad. No podía hacerse la distraída Ante la pobreza, la corrupción, la indiferencia, La manipulación, la inseguridad y el individualismo. La esperanza se extinguía y Los sueños dejaron de venir. Las quejas empezaron a desbordarle Y ella detestaba a la gente así. De este modo, cada vez conocía más Y se sentía menos tranquila. La soledad y la desazón iban en aumento Ante menoscabados deseos de un lugar mejor. La apatía se fue desarrollando Lenta y silenciosa dentro de su pecho Y cada ser parecía sospechoso cómplice del caos reinante. Empezó a sentirse extraña, forastera en su tierra. Soleadas tardes la encontraron ermitaña en su aflicción. Era la ú...