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Mostrando entradas de febrero, 2012

Paspartú

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El primero y el último beso fueron lo mejor; Todo lo que sucedió en el medio, no se entendió. Llamarse y no verse, citarse y no asistir. Quererse y ocultarlo, regar para irle a talar. Después del primer paso retrocedimos tres. Siguió a la melodía, un silencio ensordecedor. Espurios versos en una oreja crédula e inocente. Peana inutilizable, cubierta por la hierba del olvido. El paupérrimo ánimo de superar lo terrenal Fue inhibido por el más primitivo instinto. Todo se tornó confuso cuando tu mano Se abrió hacia los extraños. Tu voz relataba exactamente Lo que no acometían tus acciones. Permanecí aunque no lo deseaba Y deseé lo que lo desaparecía. Sintiéndome lo más abstracto del paisaje, Quisiera una escena distinta para ilustrarnos los dos. Pintura: Leandro Lamas

Noche de verano

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Se despidieron con un beso De hasta pronto. No sabe si era bella, Pero lo sintió. Ella salió a la vereda En busca de un taxi. Las últimas palabras que le dijo No fueron lo mejor. Caminó unos pasos lentamente, Segura de partir. Una brisa se coló entre sus cabellos Y su falda. Fue el momento en que él dudó Más no la detuvo. Desde el umbral, Sus ojos la iban escoltando. Ella quería voltear a contemplarlo Por última vez. Pero, rápidamente, la mano alzada Había conseguido transporte. Los dos cerraron sus ojos Por un instante Y atesoraron las caricias De aquel amante. Él no era su tipo, Ella sí. Más, no se volverán a ver Ni a escribir. Fotografía de Gisele Bündchen by MARIO TESTINO

Tormenta

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El cielo estuvo llorando mucho. Parece que se enteró de lo sucedido. No pensé que le afectaría tanto Que se haya terminado lo nuestro. Más de una vez pensé que era tu cómplice En aquellas noches silenciosas que surcabas sin mí. Imaginé además a la Luna , alumbrándote a cual secuaz, Bien que antes animaba nuestra ilusión. Anoche las estrellas estaban ocultas Detrás de las gruesas nubes tempestuosas. No querían acompañarme ante tanta tristeza. Algún rayo expresó su enojo con fuerza. Para mí, Majestuoso compañero del show del drama. Ahora, el viento húmedo me consuela Pero, no arranca el recuerdo de cuando tú y yo Despedíamos al sol, alejándose despacio en el firmamento Ni cuando una estrella fugaz era el preámbulo del más dulce de tus besos. O cuando la tierra mojada trepaba hasta los tobillos. Tampoco se olvidan los narcisos que traías cada primavera. Y el color terracota de la pared rústica del living, tampoco se va. El río está crecido esc

Coyuntura

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Voy a ser clara contigo y aun así es posible que no logres entender. Trataré de que mi discurso no suene a excusas, las detesto. Después de esto, puede que devenga un abismo o nazca una amistad. Habiéndome expuesto, el resto es tu elección. No hace mucho entendí la implicancia de tener expectativas Y la dificultad de que cada ser que camina lo hace a su manera. Todo es más simple de lo que tú imaginas. Ignoraré por un momento tu cara de sorpresa y continuaré. He pasado cada una de las décadas de mi vida buscando el amor. A mí alrededor se podía oler cariño y afecto pero nada más. De pequeña alguien me regaló una caja musical usada Pero que, el descuidado propietario no tardó en reclamar. Entendí tres cosas allí. Hay gente que quiere suyo lo que ciertamente no siente más. Algunos demuestran el afecto con cosas materiales. Para esa persona yo no valía un regalo a estrenar. Haciendo caso omiso a la temprana experiencia Y como si nada, volví a bu

Monólogo de superada

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Muy débil, muy ilusa. Si me divorcié fue por cansancio. Pero, ¿aprendí la lección? ¡Claro que no! Ya que todos los hombres Que cruzo en mi camino Son casi idénticos. Podría cambiar de camino. Podría cambiar de maniobra. Más no lo hago. Inmolación todos los días. A veces pienso Que soy quien los corrompe, Pobres e inocentes criaturas… Que gracioso, Tantas fantasías Y horas de terapia Para eludir la realidad. No sólo eso, Ya escribí mi final. Más vale sola que doctorada En estupidez, aunque Me falten muy pocas materias. Sola, porque no entiendo Las cuestiones del querer. Ni siquiera Al amor de mi madre. Tragicómico, empecé A sentirme cómoda En un solitario caminar. Neurosis, escoliosis, Sobredosis de boicoteadas Búsquedas de perfección. Desde el vamos No empezamos, ¿Cómo no he de fracasar? Obsesión, depresión, Imaginación desmesurada Y falta de disfrute. ¿Por qué me creí el feliz cuento? Aún no logro entend

Chica de ciudad

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Camina como si nadie la estuviera viendo, Jugando a la cuerda floja con la línea de las baldosas. Su largo cabello negro juega con el viento, Se anuda y se desenreda sin mediar intervención. Lleva siempre abiertos los cierres de la cartera Como invitando a espiar. Su celular está siempre en volumen mínimo, Para que no la aturda y Porque no espera llamadas importantes en verdad. Cuando va al cine o al teatro Deja al descubierto a la niña interior Con inmensa capacidad de asombro Y excitación que abre grandes los ojos Al tiempo que sonríe con emoción sincera. Una vez al mes compra alguna planta Para decorar el balcón ya que suelen secarse Porque no tiene idea de jardinería, No sabe más que regar. Evita que le abran la puerta Ni que le paguen un trago en un bar. Vive en el pequeño octavo piso De un edificio antiguo que entona Con los pocos muebles usados Que le cedió su tía abuela. Ella pasó por alto los 30 años. Todavía tiene ilusión de

Quimeras

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El niño duerme y la niña en su cuarto juega a ser princesa por un rato. Ella apela a su imaginación para mitigar el dolor. Mamá y papá armaron un cuadrilátero en el living; la niña espera que esta vez sea leve. El diálogo en el castillo se ha detenido; gritos, portazos y llanto lo han interrumpido. Ella se pone su traje de protección invisible y sale a revisar los pasillos. Llega a la sala donde unos platos rotos le advierten que mejor es dar media vuelta. Respira despacio y retrocede tres pasos, está al borde de sentir pánico. De repente aparece la mamá desencajada e histérica, no duda en arremeter su verborragia contra ella. La niña la mira como caperucita al lobo. No entiende por qué mamá está tan enojada. Suena el teléfono, la niña se escapa, agradece llevar puesto el traje que la salvó de la emboscada. La mamá ha vuelto en sí, está desorientada, entre lágrimas y voz entrecortada, pide ayuda a quien hizo la llamada. La niña en su cuarto se va tranquilizando, carame

Tres voces

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Juliana y Marcela son dos amigas que se mudaron juntas para compartir gastos fijos. Juliana está separada en malos términos, es mamá de una nena y trabaja todo el día en un local de ropa. Le gusta reciclar, las campañas sociales y arreglar cosas rotas. Marcela no entiende para reciclar, se convenció de que hijos nunca tendrá. Adora a Luisina, la hija de Juliana. Trabaja en una central de llamadas por la noche o por la madrugada. En sus vidas ya no hay hombres, ni siquiera un tío. Puede que esporádicamente surja algún amigo. Viven en la gran ciudad, muy lejos de donde nacieron. Extrañan las tardes en la plaza principal y sacar una silla a la vereda para con viejos amigos sentarse a matear. A veces quisieran ver a sus respectivas abuelas o a alguna de esas tías consejeras y ver jugar a los primos pequeños con la manguera. Juliana no tiene papá. Marcela y Luisina los olvidaron ya. Las tres disfrutan de una vida simple. Dejaron ocultas las cicatrices. Pasar una tarde de pic-nic es para ell