Tres voces

Juliana y Marcela son dos amigas que se mudaron juntas para compartir gastos fijos.
Juliana está separada en malos términos, es mamá de una nena y trabaja todo el día en un local de ropa. Le gusta reciclar, las campañas sociales y arreglar cosas rotas.
Marcela no entiende para reciclar, se convenció de que hijos nunca tendrá. Adora a Luisina, la hija de Juliana. Trabaja en una central de llamadas por la noche o por la madrugada.
En sus vidas ya no hay hombres, ni siquiera un tío. Puede que esporádicamente surja algún amigo.
Viven en la gran ciudad, muy lejos de donde nacieron. Extrañan las tardes en la plaza principal y sacar una silla a la vereda para con viejos amigos sentarse a matear.
A veces quisieran ver a sus respectivas abuelas o a alguna de esas tías consejeras y ver jugar a los primos pequeños con la manguera.
Juliana no tiene papá. Marcela y Luisina los olvidaron ya.
Las tres disfrutan de una vida simple. Dejaron ocultas las cicatrices.
Pasar una tarde de pic-nic es para ellas un gran plan pero a veces quisieran que un ángel las venga a buscar.
Entre ellas se cuidan y ahuyentan tormentas, en especial Luisina que parece un sol de mediodía con dos piernas.
Marcela y Juliana no esperan grandes cambios para el mañana. Agradecen al menos sentirse hermanas. Le piden a Dios que si no les da nada más, al menos las mantenga juntas, sanas y salvas.
En verdad son bonitas estas tres damas, hasta podrían vivir en tu barrio, recuerda su nombres: Luisina, Marcela y Juliana.






Pintura: Leandro Lamas

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