Whatsapp miente

Detrás de un teclado hay un corazón que no escuchamos aunque estemos con el vibrador.
Una persona cansada que responde solamente “bien” a la profunda pregunta de “Cómo estas?”
Un “te quiero” desde la cama de un extraño porque al destinatario no lo fue a ver. Unos chistes sin gracia, anónimos, reenviados sin ganas tan sólo al listar a unos diez. De perfil una sonrisa impostada en un evento extraordinario que la ordinaria vida no alcanza sostener.
Cuantos “vení”, “mañana te veo”, “te extraño, ahí voy” “te necesito a mi lado ahora”... Que no se dicen, que se borran, que quedan pendientes para coordinar... Cuántas ganas escritas que nunca se llegan a concretar... Cuántos besos dibujados que nunca son entregados... La única red es la tensa línea de fibra óptica que nos consume luz y difumina acciones. Ahorra abrazos, evapora cafés, siente por fotos y conoce supuestas alegrías. Ocupa memoria de líneas y nos borra los versos, la verdadera poesía de salir a la vida y encontrarse.
Nunca me sentí tan sola que estando en una red social viendo un doble tilde con triste color azul.

Bettina Dávalos

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