Dentro de lo normal

Estuve titubeando mucho últimamente, cuestionando sobre lo que siempre soñé, percibí enfriarse las pasiones futuristas cuando aún seguían tibios los recuerdos de mi ayer.
Como entender que lo normal versó en utópico y lo excepcional en ordinario.
La cajita de música empolvada en el rincón me recuerda aquella alegría infantil de concebir que el mundo fuera el tablero en mi juego de agradable compás donde podía ser la bailarina, la abogada o la emperatriz con sólo cerrar mis ojos un instante, siendo un frágil pero seguro sentir.
Me detengo y reconozco los pasos que fueron encausados en un canal de cemento, vertidos en una horma de concreto tabú. Los paradigmas que me forjaron, hoy son de antaño y me siento en blanco y negro en la era digital.
Tal vez ya no esté cuando el tardío colega se haya subido al compulsivo tren de lo que no quiso hacer. O cuando el último rebelde haya agotado las marchas por lo que debía ser.
La brújula que parecía fallar ya no es indispensable.
Visitante audaz, regresa el recuerdo de cual fue mi norte, que arriesgada iré a decírselo a él, aunque lo tenga más claro que yo y se haga el desentendido de que queremos lo mismo los dos.
Posiblemente fluya de nuevo cuando abandone la agitación, el recelo y la preocupación. No sería descabellado creer que se pueden rescatar las raíces puras y desechar las vendas del jardinero que padecí.
Quizá existe el karma y soy feliz por él, sorteando avatares y redescubriendo mi fe donde la duda no es duda sino parte de entender.






Fotografía: Nastia Vesna. Modelo: Diana Rudenok.



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