Pérdida perdida
Todos perdimos a alguien...
cuando se mudó a otro lugar,
a veces nomás a un barrio a trasmano,
cuya hora de distancia
lo volvió mucho más lejano aún.
A veces el amor por alguien
se lo llevó a pasar el tiempo
en estrechos balcones duales
y dejó de llamar
para calmar la sed del espíritu.
Puede tu mismo extrañes a alguien
que en su sano egoísmo
se quedó sin lugar en la agenda
para tus mundanas charlas
sobre ensayos de vivir.
Recuerdo el caso de alguien
que se casó feliz
y en menos de un año dejó de ver
a cualquiera que no cuidara niños
o cambiara un pañal.
Gerente era alguien
que ya no coincidía
con amiguitos de su infancia
cuando visitaba su pueblo natal,
aquel donde aún dormían la siesta.
Finalmente está Él alguien
que algunos temen
y otros desconocen,
que sabe seguro
nuestra instancia final.
Por la pérdida de alguien
perdida quedo más de un instante,
melancólica y errante,
a nadie querido suelto así nomás
-o algo- que el apego no deja marchar.
Porque duelen los lazos rotos,
los hilos que se ponen tensos
hasta llegarse a cortar
con dolor, con vacío, sin adiós
con mi alguien...
Bettina Dávalos
fotografía: sin datos
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