Amar

Cuando amas a alguien te cuesta concebir que la vida tenga otro sentido que adorarle.
Amaneces y te duermes deseándole sólo lo mejor para sus días. Imaginas campos verdes de fresco pasto, flores de colores y pájaros cantando. Le piensas y le extrañas aún si acabas de despedirte, te sientes incompleto y cuentas los minutos que faltan para volver a verle.
Si en verdad amas a ese alguien, te fascinan sus defectos, te sabes hasta los lunares pintados en su cuerpo. No desgastas los minutos más que imaginándose juntos y sonríes por la calle contagiando sublime armonía de saber que existe por quien todo darías.
Todo es bello y posible cuando el amor toca a tu puerta. No existen jefes ni deudas, solamente que él sonría para alejar la agonía de las dudas indiscretas.
Te das cuenta que le amas cuando luz él te proyecta, enaltecido está cual emperador pero, emperador de tu humilde nido. Y te sientes millonario, rodeado de riqueza si tan sólo su abrazo envuelve tu existencia.
No hay nadie que no note que perdida está tu figura ante tan tremenda dulzura que la locura de amor supone.
Pobre aquel que desconoce lo que en realidad es la más perfecta circunstancia plena y eterna de quien ama sinceramente de forma profunda y cierta.
En verdad sería mejor si este mundo tendiera a lo infinito de amarnos los unos a los otros como el Creador nos había dicho.


Pintura: El Aniversario de Marc Chagall

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