Consecuentemente amor


Si encontráramos razones para que exista el amor, se acabarían las penas, los corazones rotos y los desencuentros.
No habrían personas solas que así no lo deseasen. Tampoco cabrían lecciones por aprender, necesariamente todo debería ser previamente aprehendido.
Se acabaría la evolución interior.
El amor hecho a conciencia perdería absoluta espontaneidad, alejaría la sorpresa, aniquilaría la expectativa y nada tendría emoción, deambularía la incertidumbre. Ya nada traspasaría los límites.
Para que la lógica guíe el amar, los sentimientos devendrían en currícula, susceptible de método y teoría. Los enamorados en su pupitre tomarían apuntes. Los amantes recursarían por la lección que mal repetirían, por lo que dictado por la cabeza enmudeció el corazón.
Solemos buscar subordinación y de ello no se salvo ni el amor, quien silencioso aunque no ingenuo, nos permite el ensayo-error.
Años más, años menos, llega la iluminación, hay un solo ser supremo y se fundamenta en el amor. Él, con generosidad nos ha participado para poder sentir, es energía creadora, pura, trascendental por la cual nos debemos guiar.
Amor por ti mismo, amor por tu entorno, amor por tu sangre, amor por tus elecciones y desafíos, amor por tu Dios.
El amor es libertad, necesita fluir, nace del pecho, es amigo de la razón.
El amor es paz, armonía, sincronización con el universo.
El amor crea, une, conquista y compromete.
El amor sana, perdona y alimenta.

El amor te llevará a cumplir tus sueños. Y en él serás feliz.



(Pintura de Leandro Lamas)


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