Universal

No me cabe la menor duda de que cada experiencia está cargada de gran valor y es deber de cada uno encontrar la lección en lo vivido.
Cada ser que toca nuestra vida cruzó una puerta que dejamos abierta.
Algunas personas se quedan y otras toman lo suyo y parten.
Creo que vale la pena considerar los que permanecen y más aún, si se instalaron en el corazón.
De a poco vamos entendiendo nuestro sentido y descubriendo nuestro camino. Luego queda hacerse cargo, concebirse protagonista y difundir el mensaje. Porque cada caminante deja su huella, cada latido transmite su ritmo y cada suspiro conlleva un mensaje.
Amar al prójimo como a ti mismo es más que un mandamiento, es una necesidad. Derribando las barreras del egoísmo, habiéndose conocido a uno mismo primero, es que más tarde se puede animar a amar. Sin miedo a dar se puede disfrutar del recibir.
Y la vida a veces marea pero llega, lo que se desea de verdad, llega. Con paciencia, la cual debemos alimentar. Estamos increíblemente descoordinados con el universo. De su latir, de su marchar. Hay mucho por construir, empezando por lo que crean nuestras palabras, el inmenso poder del lenguaje muchas veces yace indefenso ante el valer de los que hablan sin comunicar y manejan sin guiar. Luego vendrán los lazos, manos entrelazadas, almas curadas, miradas sin contaminación, corazones encontrados, sentimientos de pureza y libertad, un amor universal. Al alcance de todos.
El amor es para todos, quizá no todos para él…


































Dibujo de Troche

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