Sucumbir
En un corto tiempo, vestí de
sinceridad sus manipuleos. Decía adorarme y le creí, debido a que correspondió
cada una de mis formas.
Prontamente,
en un instante fugaz se decidió por desairarme y perdida me hallé ante su
escape.
Busqué la
más infame forma de despertar, caí en los peores brazos con mi desierto, ignoré
la claridad de los gastados artilugios masculinos para conquistar. Pues quería
ser conquistada, deseaba mi gran romance, y lo convertí en un melodrama por la
frustrada selección de galán.
No medí
el daño aún, internamente lo presiento enorme, y así todo es nada. Devastada
quedé aquí.
Algunas
palabras intentan forzar mis oídos para reconfortarme, no pienso dejarlas
entrar.
El jurado
de mi conciencia, sostiene su veredicto desde antes del fallo.
Y el
recuerdo de unas manos… Y un sueño que no atendí, ponen más peso en esta mochila
que con tropiezos rellené.
Mal
gastado el precioso tiempo, despreciados las estrofas que escribí, con un
corazón de tiza siento que me perdí.
Podrá la
vida sanarme toda –me dijeron por ahí- pero, el temor a mi misma hoy ¡es tan
grande! Y la desolación se apodera de mí existencia.
Sé que
hay gente que en verdad le importo, que me cuida y vela por mí, quisiera
pedirles disculpas, poderles decir que aprendí. No sé cómo, me metí en un pozo
y tampoco entiendo que hago en él. Tan sólo les pido que no desesperen, en
cualquier momento voy a salir.
Toqué
fondo, sé que puedo resurgir. Sé que hay alguien que me espera.
Cuando
algo logre comprender, me verán, en paz saldré.
Eligiendo
lo más difícil, inclinada hacia el traspié, fui sesgando mi camino y al amor
alejé.
Cuando
logre enamorarme de mi misma, volverá la gran sonrisa.
Ahora
guardo el resplandor.
Fotografía: Willy Vanderperre
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