De distancias y olvidos


El primer hombre que debía amarla, no la amó.
Donde no pasó nada, algo comenzó.
Con la pesada carga del vacío.
El sentimiento de abandono que además es realidad.
Por siempre él será el príncipe
Que inventó una guerra y decidió partir.
Hoy no distingue si la distancia es física o mental,
Más sin duda es espiritual.
A veces reniega que él haya podido olvidarla.
No entiende que un lazo se pueda cortar.
Crecer sin ley no fue sencillo.
Entre tilos y lavandas, estructuras construyó.
En su diario caminar,
Va por un campo sembrado de rosas;
Su madre le toma la mano.
Remoja sus pies en el río Dulce;
Tal vez el agua le lleve sus huellas
Al padre que no puede encontrar.
Añoranzas de una familia completa.
Proyecta en los hombres la oportunidad.
Cada día, ella sonríe a pesar de todo.
Aprendió a valorar lo que tiene
Y a disfrutar la amistad.
Cuida a su madre, no puede evitarlo,
Mientras su hermano jugando está.
Quizá una foto, un adorno o un sonido
Le haga otra vez recordar.
Pero, ella eligió ser alegría y felicidad.
En algún punto reinventará su historia.
Pues, de a poco se olvida lo que ya no está.





Fotografía: Cuéllar Jiménez, Gumersindo

Comentarios

Entradas populares de este blog

Disimuladamente

La historia del Bar

Chica de ciudad