La historia del taxi
Apurada salió de casa, dio la vuelta a la manzana para llegar a la avenida y tomar un taxi. El semáforo cambió a verde y le impidió cruzar; el conductor la vió y respondió con rapidez para esperarla. Se tranquilizó cuando notó que el auto ya aguardaba; en pocos segundos ya habían emprendido la marcha. Había tenido una semana agitada, de esas donde las emociones son ambiguas y el pesar persistente. Los tiempos calculados fueron correctos, así que simplemente aprovechó el viaje para relajar la mente. Más, como buen taxista, el chofer tenía algo que comentar. Pasaron por una manifestación, lograron circular, “porque no era lunes” - dijo él. Pasaron por una villa de emergencia, le habló de la inseguridad y del compañero que no pudo zafar. Pasaron por la estación Terminal de ómnibus interurbanos, “pero que linda está”- susurró. Y no supo bien como salió el tema de la felicidad. “Tan sólo después de veintiocho días de habernos conocido, ella y yo nos casamos” Con u...