Eter
Estábamos charlando con un cuasi amigo cuando por sus comentarios pude recordar cuando conocí a un chico que tenía una novia, en una relación en crisis, con fecha de caducidad... Y de paso recordé aquella historia, y pasé a contar. Apenas con más de veinte, tuvimos un “flash” y empezamos a salir, vivíamos en ciudades distintas. Cuando lo mandaban a trabajar a otro lado, me avisaba poco antes y yo viajaba más de mil kilómetros para verlo. Dejaba con eficaz esfuerzo logístico a mi trabajo y a mi pequeño hogar para compartir con él no más de dos días. Pagaba todos los gastos de mí bolsillo claro, corría hasta la terminal de ómnibus, reservaba un petit hotel. Viajaba algo de dieciséis horas horas de ida y dieciséis horas de regreso. A veces lo veía menos que eso. Lo acompañaba a reuniones, compras, filas, almuerzos improvisados, cenas de carrito, menos a la cancha, lo que tuviera que realizar. Hasta le compré camisas. Yo estaba enamorada aunque evidentemente no podía ponerlo en palabras...