Conversaciones con mamá
En cada visita,
las charlas con mamá
empiezan con un pendiente
y nunca sé dónde terminan.
Seguro hay un reto
por algo que hago mal
y un empujoncito
que me anime a ir por más.
Las charlas con mamá
siempre citan a la abuela
materna, su madre,
y añoran al gran hombre,
su padre que no está.
Reiteran planes truncados,
historias de pensionado,
y amores desencontrados
hasta tropezarse con papá.
Las charlas con mamá
son intensas, no variadas,
y hacen que corran
las agujas del reloj.
Resultan encuentros
a veces tiernos
y por momentos duros,
de transformación.
Las charlas con mamá
son necesarias,
cada sesión va perdiendo dolor
y ganando respeto.
Su cabello cada vez
resiste menos las tinturas
y su piel tan blanca,
más madura, más sabia.
Las charlas con mamá
me dejan certezas,
se llevan dudas viejas
y traen bastantes nuevas.
Me encantaría que sean millones
y nunca perderla y charlar...
haber empezado antes
y saber valorarla más.
Las charlas con mamá
me ponen frente a un espejo
donde veo lo bueno
y también lo malo que fui a heredar.
Ella es tan bella,
en su filosofía distinta,
es como una niña que disfruta,
flotando en la vida, cada paso que da.
las charlas con mamá
empiezan con un pendiente
y nunca sé dónde terminan.
Seguro hay un reto
por algo que hago mal
y un empujoncito
que me anime a ir por más.
Las charlas con mamá
siempre citan a la abuela
materna, su madre,
y añoran al gran hombre,
su padre que no está.
Reiteran planes truncados,
historias de pensionado,
y amores desencontrados
hasta tropezarse con papá.
Las charlas con mamá
son intensas, no variadas,
y hacen que corran
las agujas del reloj.
Resultan encuentros
a veces tiernos
y por momentos duros,
de transformación.
Las charlas con mamá
son necesarias,
cada sesión va perdiendo dolor
y ganando respeto.
Su cabello cada vez
resiste menos las tinturas
y su piel tan blanca,
más madura, más sabia.
Las charlas con mamá
me dejan certezas,
se llevan dudas viejas
y traen bastantes nuevas.
Me encantaría que sean millones
y nunca perderla y charlar...
haber empezado antes
y saber valorarla más.
Las charlas con mamá
me ponen frente a un espejo
donde veo lo bueno
y también lo malo que fui a heredar.
Ella es tan bella,
en su filosofía distinta,
es como una niña que disfruta,
flotando en la vida, cada paso que da.
Bettina Dávalos
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