Pérdida perdida

Todos perdimos a alguien... cuando se mudó a otro lugar, a veces nomás a un barrio a trasmano, cuya hora de distancia lo volvió mucho más lejano aún. A veces el amor por alguien se lo llevó a pasar el tiempo en estrechos balcones duales y dejó de llamar para calmar la sed del espíritu. Puede tu mismo extrañes a alguien que en su sano egoísmo se quedó sin lugar en la agenda para tus mundanas charlas sobre ensayos de vivir. Recuerdo el caso de alguien que se casó feliz y en menos de un año dejó de ver a cualquiera que no cuidara niños o cambiara un pañal. Gerente era alguien que ya no coincidía con amiguitos de su infancia cuando visitaba su pueblo natal, aquel donde aún dormían la siesta. Finalmente está Él alguien que algunos temen y otros desconocen, que sabe seguro nuestra instancia final. Por la pérdida de alguien perdida quedo más de un instante, melancólica y errante, a nadie querido suelto así nomás -o algo- que el apego no deja marchar. Porque duelen los lazos rotos, los hilos que se ponen tensos hasta llegarse a cortar con dolor, con vacío, sin adiós con mi alguien... Bettina Dávalos

fotografía: sin datos

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